Por Mari Montes

 

Era la primavera de 1908 en Nueva York, cuando el compositor Jack Nortworth, un artista polifacético, cantante, escritor y actor, paseaba en un tren del nuevo sistema de metro de Manhattan. En cada estación abordaban fanáticos que iban al Polo Grounds a apoyar a los Gigantes. Subían con gorras, cintas y banderines confeccionados por ellos mismos y toda la alegría que les daba la esperanza de la victoria del equipo. Hombres y mujeres entusiastas que se bajaron en North Central Park, rumbo al estadio.

 

Entre la alegre y entusiasta multitud, había una chica que no paraba de hablar del juego, parecía ser la más emocionada. También le llamó la atención a Northworth un afiche que invitaba al beisbol. Al Polo Grounds.

 

Sacó lápiz y un pañuelo y ahí mismo juntó unas palabras y siguió su camino. Días más tarde su amigo, el músico Albert Von Tilzer le puso música.

 

La letra original describe a una muchacha imaginaria, Katie Casey, una fanática empedernida del beisbol, que se conocía los nombres y apellidos de todos los jugadores, sus estadísticas y virtudes, capaz de discutir con los árbitros decisiones que perjudicaban al equipo de sus amores y a quien un día su novio la invitó a salir, preguntándole a dónde quería que él la llevara y entonces ella respondió: «Llévame al juego de pelota, llévame al campo, cómprame maní y cotufas dulces (Cracker Jack), no importa si no regresamos, déjame apoyar al equipo de casa, si ellos no ganan será una pena. Pero con 1, 2 y 3 strikes estás out en el viejo juego de pelota».

 

«»Take me out to the ballgame»

 

Jack Northworth y Albert Von Tilzer

(1908)

 

Katie Casey was baseball mad.

Had the fever and had it bad;

Just to root for the home town crew,

Every sou Katie blew.

On a Saturday, her young beau

Called to see if she’d like to go,

To see a show but Miss Kate said,

«No, I’ll tell you what you can do.»

 

«Take me out to the ball game,

Take me out with the crowd.

Buy me some peanuts and cracker jack,

I don’t care if I never get back,

Let me root, root, root for the home team,

If they don’t win it’s a shame.

For it’s one, two, three strikes, you’re out,

At the old ball game.»

 

Katie Casey saw all the games,

Knew the players by their first names;

Told the umpire he was wrong,

All along good and strong.

When the score was just two to two,

Katie Casey knew what to do,

Just to cheer up the boys she knew,

She made the gang sing this song:

 

«Take me out to the ball game,

Take me out with the crowd.

Buy me some peanuts and cracker jack,

I don’t care if I never get back,

Let me root, root, root for the home team,

If they don’t win it’s a shame.

For it’s one, two, three strikes, you’re out,

At the old ball game.»

 

La primera en entonar la canción fue la esposa de Northworth, la actriz y cantante Nora Bayes, pero el 24 de octubre del mismo año (1908), el cantante Jim Murray la estrenó como canción de baudeville y casi de inmediato se convirtió en un éxito.

 

La primera grabación que se conoce es la de Edward Meeker.

 

Northworth y Tilzer eran hombres exitosos. Northwothh y su esposa eran reconocidos como una pareja de celebridades y Tilzer fue el primero en grabar composiciones de los geniales Irving Berlin y George Gershwin.

 

El telón de fondo de éxito de «Take me out to the ballgame», en sus inicios, tuvo mucho que ver con la gran carrera entre los Piratas de Pittsburgh , Cachorros de Chicago y Gigantes de Nueva York, por el banderín de la Liga Nacional.

 

La canción era sobre todo un éxito en los clubes nocturnos y bares de baudeville y fue en 1934, en la Serie Mundial entre los Cardenales de San Luis y los Tigres de Detroit, cuando por primera vez se estrenó en un juego de pelota de las Grandes Ligas.

 

Lo que siempre llama la atención de la historia de una de las canciones más populares de los Estados Unidos, es que ni Nortworth ni Von Tilzer habían estado jamás en un juego de beisbol y fue casi 30 años después cuando finalmente se animaron a ir a un juego en el que les rindieron tributo.

 

Así de inspiradora fue la alegría con la que se topó Northworth en aquel tren. Junto a «Feliz cumpleaños» y «The Star-Spangled Banner» (El himno nacional), el tema del beisbol es la tercera canción más popular de los Estados Unidos.

 

Cuenta Tim Wiles, director de investigación para el Salón de la Fama y Museo de Cooperstown, que la canción se convirtió definitivamente en un «himno» interpretado en todos los estadios cuando el home club va a tomar turno al bate justo antes del cierre del séptimo inning, desde que el locutor Harry Carey, entonces de los Medias Blancas, decidió agarrar el mircrófono y cantarla con los aficionados presentes en el Comiskey Park. Lo siguió haciendo cuando fue contratado por los Cachorros y es inolvidable su imagen, en la ventana del palco del Wrigley Field, cantando la emocionante composición de Northworth y Von Tilzer.

 

Una de las grabaciones más memorables del tema, es la interpretación en arpa que hizo Harpo Marx en un capitulo de «Yo amo a Lucie», al lado de Lucille Ball.

 

Otras celebridades como Fran Sinatra, Gene Kelly, Jay Leno, Chuck Berry, Kenny Rogers, Liberace, Eddie Vedder, Ozzie Osbourne, Dennis Miller, John Fogerty, Julia Louis- Dreyfuss, John Cusack, Lou Rawls, Cyndi Lauper, Muhammed Ali, Bonnie Blair, George Will, Gale Sayers, Walter Payton y Mike Ditka, la han entonado y el pelotero Bernie Williams tiene una bella versión en guitarra acústica.

 

Según las cuentas de Wiles en Cooperstown, la amada canción del beisbol se canta en algún lugar los 365 días de cada año y según datos verificados, ha sido cantada por más de 500 artistas y se ha utilizado en televisión y películas, más de 1.200 veces.

 

El pañuelo donde Jack Northworth escribió las primeras líneas es una de las piezas de la exhibición permanente del Salón de la Fama y Museo de Cooperstown.

 

En 1927 se hizo otra versión en la que se cambió el nombre de Katie Casey por Kelly Nelly.

 

Por eso cuando aún se preguntan por qué una mujer se interesa por el juego de pelota, recuerdo a Northworth y Von Tilzer y claro, a Katie Casey, el nombre imaginario de la chica que iba en aquel tren, una fresca tarde de primavera, soñando con ganar y que inspiró el himno del béisbol.

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