Vizquel estudia como un novato para ser grandeliga.

Por Mariann García (@MariannGarcia).
Los números nunca fueron sus amigos, la calculadora quedó en el bachillerato junto a la
teoría de lo que significa una raíz cuadrada. Durante 24 temporadas, las únicas cifras
que veía eran sus atrapadas, los 11 Guante de Oro, hits y average. Es pelotero, ¿para qué
saber matemática? La respuesta a esa pregunta la obtuvo cuando se presentó ante un
equipo de las Grandes Ligas para ser manager y lo reprobaron.
La carrera de Omar Vizquel está escrita a punta de éxitos, pocos errores en su labor de
campocorto y mucho profesionalismo. Sin embargo, eso quedó a un lado. Ahora trabaja
como un «novato» para llegar a dirigir en la gran carpa. «Recientemente me entrevisté
con un equipo. En un momento me preguntaron si sabía sacar la raíz cuadrada y me
trajeron una calculadora. No tuve idea y raspé», contó entre risas sobre aquella reunión
que duró más de ocho horas y lo dejó fuera de base por no dominar la sabermetría.
Desde hace unos años, Bill James implementó la sabermetría como el análisis científico
del deporte, fundamentando todo en las estadísticas. «Esto llegó para quedarse. No es
simplemente dar una seña, los números están mandando. Si eres manager de la vieja
escuela, no vas a conseguir trabajo», reflexionó quien al salir de aquel examen ingresó a
Amazon y compró un libro. No sabía que tenía 500 páginas.
«Yo sigo estudiando y ahora me estoy comiendo un libro. Cada día leo más sobre el
tema para poder entender esas ecuaciones. Hay que adaptarse», confesó el actual
manager de la Doble A de los Medias Blancas de Chicago. Su esposa Blanca lo ayuda
con matemática mientras él hace cada ejercicio a mano.
Y hablando de los números, hace una semana el nombre de Omar volvió a estar en las
papeletas de votaciones para el Salón de la Fama. En su segunda oportunidad alcanzó
42.8% de los votos, teniendo una evolución de casi 6%. «Estoy tranquilo y satisfecho.
Yo ya hice lo que tenía que hacer. Los números están y no sé pueden cambiar”, exclamó
orgulloso de lo que hizo en su época como deportista, pues cree que tuvo una carrera
fructífera y ayudó a cambiar vidas.

Su idea es enseñar a otros y dejar un legado, por eso aceptó viajar a Argentina para
acompañar a los niños de la fundación Rumi, organización que fomenta el beisbol en
un país futbolero. «Vi mucho talento y eso me alegró. Este deporte va a traer fuente de
trabajo. Nunca se ha conocido un argentino en las Grandes Ligas, eso es lo que
queremos», enfatizó sobre un proyecto que le permitió conocer a chicos que con solo
verlo se emocionaron. En su primera visita a Buenos Aires impartió algunas clínicas
para los más pequeños y orientó a los entrenadores. Su idea, sí así lo quiere la ONG, es
mantener un seguimiento para ver cómo evolucionan estos futuros beisbolistas.
Los días por la ciudad del tango también le permitió mostrar sus cualidades de
conferencista al hablar sobre el factor mental en la construcción del éxito. “El talento no
lo es todo, hay que ser perseverante y disciplinado”, recalcó en un auditorio que lo
aplaudió como cuando hacía una de sus grandes atrapadas. Además, aprovechó el
momento para recordar su cambio de fanático magallanero a pelotero de los Leones del
Caracas; sus inicios con el ahora Salón de la Fama, Edgar Martínez, quien lo iba a
buscar en su auto viejo para ir a los entrenamientos de las ligas menores y siempre
llegaban olorosos a humo, ya que no le funcionaba el tubo de escape.
Así mismo, rememoró el día que su compañero de equipo en Gigantes de San
Francisco, Barry Bonds, bateó su jonrón 756. “Yo estaba libre y me fui con mi cámara
para el estadio. En el momento que conecta el cuadrangular yo juraba que estaba
filmando todo, hasta cuando se metió en el dugout para cambiarse. Al llegar a mi casa
me doy cuenta que no había apretado el botón”, lo dijo con tanta jocosidad que el
público no pudo aguantar la risa. Después de tanto tiempo ya asumió que ese instante
solo estará su memoria.
A sus 51 años de edad, el caraqueño no ha perdido la ambición de crecer
profesionalmente, se sigue emocionando como cuando firmó su primer contrato y
trabaja arduamente para implementar esas ecuaciones en hojas de papel que le permitan
consagrarse como un manager de Grandes Ligas.